xoves, 20 de novembro de 2014

Por qué me interesa "Manicomio" de Maurizio Medo

fronteirizo*
[Foto miña]


Eslavo ante los chopos de Castilla y
  río quechua del ladino Aragón […]

Mi patria es una lengua soñada en el asombro
y jamás entre rimas de estética octosílaba

Apártalo España y mételes por el rijo esos
zureos sublimes de fingida transparencia.

Maurizio Medo 

Lo que no encontrará aquí es ese brillo que tradicionalmente sirve como anuncio que indica que estamos ante un texto poético (y que es algo así como la voz que pide a los congregados que se pongan en pie cuando entra la autoridad en el aula o en la iglesia). No es un poema bruñido. Lo poético no lo es de forma convencional. Lo que lo hace tan atractivo es, por el contrario, su extrañeza, su monstruosidad, la delirante mixtura de un decir cholo. El texto se ensambla a base de una rara mezcla de géneros, referencias y hablas (estas mismas chirriantes, chocantes, contrapuestas) que recuerda en cierto modo esa bolsa de tela en la que –lo recordaba Javier Rodríguez Marcos en un reciente obituario— Leopoldo María Panero paseaba, entre cintas de Los Chicos y antologías de Emily Dickison, el original mecanoescrito de sus libros. “No hay más poema, —escribe Medo—  solo híbridos fragmentos, rizomas agonales que rompen las fronteras”.
 (...)

El escenario (lingüístico) en el que se construye el retablo de Manicomio es, como decimos, el de la locura encerrada en el psiquiátrico. Esto no es una novedad en poesía. Desde que fuese expulsada de la república platónica la razón de los poetas estuvo avocada a la búsqueda de un lugar de pertenencia y el manicomio, convertido en el espacio de contención de lo sobrante de una sociedad cada vez menos tolerante con lo que se oponía a la razón analítica, se convierte ya en el siglo XIX en un no-lugar privilegiado para el mantenimiento de su denuncia y el despliegue de su plan que, como en este libro (“No sé nada del can Kant ni del probo inútil Pascal”) veta o expulsa a la razón que vetó o expulsó a la poesía.

Poesía y manicomio se han convertido en palabras intercambiables en las poéticas más radicales de la modernidad, más allá de factores biográficos o clínicos, precisamente porque han sido internadas en el mismo espacio. Como nos recordó Luis Fernando Chueca en la presentación en Lima de este libro, la nuestra es “Una sociedad que procura dejar fuera (o dejar dentro, encerrados) aquellos impulsos, fuerzas, chispazos que la subvierten o amenazan su marcos de funcionamiento habitual.” La poesía se mira en la locura para comprender los motivos de su exclusión (lógica y material); allí encuentra un lugar (real y metafórico) para la articulación de su resistencia, hasta tal punto que ambas se equiparan en el establecimiento de otras formas de dar sentido a una realidad cuya posibilidad de afirmación pulverizan.
Benito del Pliego sobre Maurizio Medo, aquí 

 

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